El aceite de pescado es conocido por ser rico en ácidos grasos omega-3, que son grasas esenciales que el organismo no puede producir por sí mismo. Los omega-3 son fundamentales para mantener la salud, y su consumo en la dieta se ha asociado a una amplia gama de beneficios para la salud. Éstos son algunos de los principales beneficios atribuidos al aceite de pescado, principalmente debido a su alto contenido en dos tipos principales de ácidos grasos omega-3: EPA (ácido eicosapentaenoico) y DHA (ácido docosahexaenoico):
Salud del corazón: Los ácidos grasos omega-3 son más conocidos por su papel en la salud del corazón. El consumo de aceite de pescado se ha relacionado con la reducción del riesgo de cardiopatías y sus factores de riesgo, como el colesterol alto, la hipertensión y los niveles de triglicéridos. También pueden reducir las probabilidades de infarto e insuficiencia cardiaca.
Efectos antiinflamatorios: Los omega-3 pueden reducir la producción de sustancias relacionadas con la inflamación, como los eicosanoides inflamatorios y las citoquinas. Esto hace que el aceite de pescado sea potencialmente beneficioso para enfermedades inflamatorias como la artritis reumatoide.
Salud mental: El DHA es un importante componente estructural del cerebro y se cree que desempeña un papel en el mantenimiento de la salud cerebral. Existen pruebas que sugieren que la suplementación con aceite de pescado podría ayudar a prevenir la depresión y la ansiedad, y algunos estudios también exploran los posibles beneficios en el TDAH y otras enfermedades mentales.
Salud ocular: El DHA también es un componente estructural importante de la retina del ojo. Se cree que el consumo de aceite de pescado ayuda a prevenir la degeneración macular, que puede causar problemas de visión y ceguera.
Embarazo y primeros años de vida: Los omega-3 son cruciales para el crecimiento y desarrollo del cerebro en los bebés. El DHA representa 40% de los ácidos grasos poliinsaturados del cerebro y 60% de la retina del ojo. Por lo tanto, es beneficioso que las mujeres embarazadas y lactantes consuman suficientes omega-3 para el desarrollo cerebral de sus bebés.
Salud de la piel: El DHA y el EPA pueden beneficiar a tu piel controlando la producción de grasa y la hidratación, reduciendo el envejecimiento prematuro de la piel y disminuyendo el riesgo de acné.
Reducción de la grasa hepática: Los suplementos de aceite de pescado pueden mejorar la función hepática y la inflamación, lo que puede ayudar a reducir los síntomas de la NAFLD (enfermedad del hígado graso no alcohólico) y la cantidad de grasa en el hígado.
Mejora de la salud ósea: Algunos estudios sugieren que los ácidos grasos omega-3 pueden mejorar la resistencia ósea al aumentar la cantidad de calcio en los huesos, lo que debería conducir a una reducción del riesgo de osteoporosis.
Alivio del dolor menstrual: Los omega-3 pueden reducir la intensidad del dolor experimentado durante la menstruación.
Apoyo a la pérdida de peso: En combinación con dieta y ejercicio, los suplementos de aceite de pescado pueden mejorar la composición corporal y reducir los factores de riesgo de cardiopatías en personas obesas.
Es importante tener en cuenta que, aunque hay una cantidad considerable de investigaciones que respaldan estos beneficios, los suplementos de aceite de pescado pueden no tener los mismos beneficios que los ácidos grasos omega-3 consumidos a partir de pescado fresco, debido a las diferencias en el procesamiento y a la presencia de otros nutrientes en el pescado. Además, los beneficios pueden variar de una persona a otra, y tomar dosis elevadas de aceite de pescado a veces puede provocar efectos adversos. Siempre es recomendable consultar a un profesional sanitario antes de iniciar cualquier régimen de suplementos, sobre todo si se están tomando otros medicamentos o se padecen enfermedades subyacentes.